Cambio climático en los Andes: un llamado desde las alturas

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Los Andes, ese gran espinazo de Sudamérica, se extienden por más de 7.000 kilómetros y atraviesan ocho países. En sus cumbres y valles, la vida ha florecido durante siglos al ritmo de las estaciones, del agua que baja de los glaciares y de los saberes ancestrales que enseñan a convivir con la montaña. Hoy, ese equilibrio se tambalea ante un desafío común: el cambio climático.

Las montañas que se calientan más rápido

El planeta entero se está calentando, pero los Andes lo hacen a un ritmo mayor. En las zonas por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar, la temperatura media aumenta 0,2 °C por década, superando el promedio global de 0,18 °C.
En las alturas, donde la vida ya es extrema, unos pocos grados pueden definir la diferencia entre la supervivencia y la pérdida de ecosistemas únicos.

Glaciares en retroceso y agua en riesgo

Los glaciares andinos están desapareciendo a una velocidad alarmante. Entre 2000 y 2018 perdieron 23.000 millones de toneladas de hielo por año, aportando cerca del 10 % del aumento global del nivel del mar.
De seguir esta tendencia, los glaciares tropicales podrían reducirse entre 80 % y 100 % hacia finales de siglo. Las consecuencias son directas: menos agua para las ciudades, para la agricultura y para los ecosistemas que dependen del deshielo.

Lluvias extremas y sequías prolongadas

El calentamiento global está alterando los patrones de lluvia. En los Andes tropicales, los estudios proyectan temporadas lluviosas más intensas y épocas secas más prolongadas. En el sur de la cordillera, la tendencia apunta a una marcada disminución de las precipitaciones.
Este cambio ya se traduce en inundaciones, deslizamientos y sequías más severas, afectando la producción agrícola y la seguridad alimentaria.

Ecosistemas en movimiento

Las plantas y los bosques también están migrando. Investigaciones de la Red de Bosques Andinos muestran que las especies típicas de zonas cálidas están colonizando altitudes mayores, desplazando a las especies propias de climas fríos. Este fenómeno, conocido como termofilización, modifica la estructura y el funcionamiento de los bosques.
En Perú, por ejemplo, algunas especies de árboles están ascendiendo hasta 3,5 metros por año, buscando temperaturas adecuadas para sobrevivir.

La ciencia que observa desde las cumbres

Frente a este escenario, la región andina ha respondido con redes de conocimiento.
La Red GLORIA-Andes monitorea más de 1.300 parcelas en 74 cumbres, evaluando cómo cambian los ecosistemas de alta montaña frente al calentamiento.
La Red de Bosques Andinos, por su parte, analiza cómo la temperatura y la precipitación afectan la biodiversidad y los servicios ecosistémicos a lo largo de la cordillera.
Estas iniciativas unen a decenas de investigadores y comunidades que comparten un mismo objetivo: comprender para adaptarnos.

Resiliencia desde las comunidades

Adaptarse al cambio climático no es solo una cuestión técnica; es también social y cultural. Fortalecer la resiliencia significa potenciar las capacidades locales, integrar el conocimiento científico con los saberes tradicionales y garantizar la participación de las mujeres en la toma de decisiones.
En la montaña, donde cada fuente de agua y cada cultivo dependen del clima, las soluciones deben nacer de la colaboración entre comunidades, gobiernos e instituciones científicas.

Mirar el futuro desde la altura

El cambio climático en los Andes no es una historia de pérdida inevitable. Es un llamado a transformar la crisis en oportunidad: innovar, cooperar y recuperar nuestra relación con la naturaleza. Las montañas, guardianas del agua y del clima, nos muestran que el futuro se construye desde la altura, con conocimiento, solidaridad y esperanza.